sábado, 19 de noviembre de 2011

Arturo Jauretche, retrato de un grande

Arturo Jauretche puede ser considerado de muchas maneras. Se puede decir que fue:
.Un periodista.
.Un escritor.
.Un ensayista.
.Un pensador.

Nadie estaría errado si esbozara alguna o todas esas apreciaciones. Jauretche fue todo eso y más.
Sin embargo -y a pesar de haber sido en efecto muchas cosas- creo que fue, sobre todo, un político Argentino y una mente brillante que tuvimos y aún tenemos, gracias al archivo histórico. Un lujo que podemos disfrutar y del cual tenemos mucho que aprender.



HISTORIA

Arturo Jauretche nació en la provincia de Buenos Aires (más específicamente en Lincoln) el 13 de Noviembre de 1901.
Su padre, Pedro Jauretche, oriundo de Salto, era un hombre de ideas conservadoras. De hecho fue una figura clave del Partido Conservador de Lincoln, al tiempo que trabajaba como empleado municipal. Quizás haya sido de él que tomó sus primerísimas ideas políticas, ideas que tenían un claro corte antiyrigoyenista.
Su madre Angélica Vidaguren, por su parte, fue una maestra nacida en Misiones. De ella fue que tomó la inclinación pedagógica que caracterizó sus discursos y sus escritos.
Murió también en la provincia de Buenos Aires, un 25 de Mayo de 1974. Lo que se salvó de ver...

Jauretche cursó el colegio secundario hasta tercer año en la Escuela Normal de Lincoln. Fue en dos de esos años que se desempeñó como presidente de la Juventud Conservadora de su pueblo (1917 y 1918). En ese último año se radicó en Chivilcoy para continuar sus estudios secundarios. Allí, en 1919, se vinculó con militantes de la llamada Reforma Universitaria (http://www.unc.edu.ar/institucional/historia/reforma) y participó en las luchas estudiantiles. A esa ciudad, a la que poco antes se había mudado, habían llegado los ecos de la Reforma Universitaria iniciada el año anterior en Córdoba. En Chivilcoy los alumnos secundarios se solidarizaron con los profesores cesanteados, y Jauretche fue parte de ellos.
Algo para decir acerca de ese conflicto.
El 12 de septiembre de 1919, el entonces presidente Hipólito Yrigoyen decidió intervenir. Por lo cual recibió a una delegación de estudiantes liderados por Joaquín V. González (quien era el presidente de la Federación Universitaria Argentina) y a varios representantes de Chivilcoy, entre ellos Jauretche.
Años después, Jauretche diría refiriéndose a Yrigoyen y a esa reunión en particular: "A ese viejo magnánimo lo pintaron tirano ¡y la tilinguería estudiantil se atrevía a enfrentarlo en su propio despacho! Me consta porque fui uno de esos en 1919. Todavía el recuerdo me ruboriza, cuando ya no tengo casi colores".

En 1920 Arturo se instaló en Buenos Aires, donde se recibió de bachiller (escuela secundaria), para luego incorporarse a la Facultad de Derecho.

En el año 1922 se acercó al nuevo modelo de integración social que promovía la Unión Cívica Radical y se incorporó al sector de Hipólito Yrigoyen (los llamados "radicales personalistas" ), dejando definitivamente atrás su pasado conservador.

En 1925 fue su ingreso a la militancia partidaria per se, cuando ingresó al Radicalismo. Allí conoció a algunos de los que serían sus compañeros de lucha por décadas. Poco a poco, Arturo comenzó a simpatizar más y más con Hipólito Yrigoyen..

En el año 1928, abandonó los estudios de Derecho para participar de la campaña electoral a favor de la UCR. Ese mismo año, Jauretche fue nombrado funcionario en el segundo mandato de Yrigoyen, cargo que duró hasta 1930, cuando se produjo el primer golpe de estado encabezado por José Félix Uriburu, que dio lugar a la llamada Década Infame (http://aafc-historia-argentina.blogspot.com/2006/11/la-dcada-infame-1930-1943.html).

En el año 1939 Jauretche formó junto con Homero Manzi, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Scalabrini Ortiz, Manuel Ortiz Pereyra y otros la agrupación política llamada FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), que básicamente desarrolló los lineamientos del nacionalismo democrático.
Este último es un punto importantísimo a tener en cuenta.

En el año 1943, luego del golpe militar que derrocó al fraudulento gobierno de Ramón Castillo, FORJA anunció que sus objetivos se habían satisfecho. La agrupación se disolvió finalmente en 1945.

Algo pasó antes de eso. En 1944, Jauretche se reunió con Perón. No es que en esa reunión se hizo Peronista, no. Pero algo lo movió -y mucho- en esos años para acercarse.
Tal vez fue ese su punto de partida hacia el Peronismo.

Quizás haya visto lo que vio Scalabrini Ortiz ese 17 de Octubre:

"Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en las densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas.
Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora.
Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio.
Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto... eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación".

Quizás no.
Pero es un hecho que, a partir de 1945, Jauretche entró en las filas de Peronismo para quedarse.


PENSAMIENTOS DE JAURETCHE
El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza.

No existe la libertad de prensa, tan sólo es una máscara de la libertad de empresa.

Los medios de información y difusión de ideas están gobernados, como los precios en el mercado, y son también mercaderías. La prensa nos dice todos los días que su libertad es imprescindible para el desarrollo de la sociedad humana, y nos propone sus beneficios por oposición a los sistemas que la restringen por medio del estatismo. Pero nos oculta la naturaleza de esa libertad, tan restrictiva como la del estado, aunque más hipócrita; porque de libre acceso a las fuentes de información no implica la libre discusión, ni la honesta difusión, ya que ese libre acceso se condiciona a los intereses de los grupos dominantes que dan la versión y la difunden.

El nacionalismo de ustedes se parece al amor del hijo junto a la tumba del padre; el nuestro, se parece al amor del padre junto a la cuna del hijo. Para ustedes la Nación se realizó y fue derogada; para nosotros, todavía sigue naciendo.

La economía moderna es dirigida. O la dirige el Estado o la dirigen los poderes económicos. Estamos en un mundo económicamente organizado por medidas políticas, y el que no organiza su economía políticamente es una víctima. El cuento de la división internacional del trabajo, con el de la libertad de comercio, que es su ejecución, es pues una de las tantas formulaciones doctrinarias, destinadas a impedir que organicemos sobre los hechos nuestra propia doctrina económica.

La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre.

Ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.

Las disputas de la izquierda argentina son como los perros de los mataderos: se pelean por las achuras, mientras el abastecedor se lleva la vaca.

Es frecuente el error de oponer la política realista a la política idealista. Error que proviene de confundir al político practicón con el realista. El practicón que es un simple colector de votos o fuerzas materiales. El realismo consiste en la correcta interpretación de la realidad y la realidad es un complejo que se compone de ideal y de cosas prácticas.

Comprobamos que los hechos unifican y las abstracciones dividen y que por sobre la carnadura de los acontecimientos, las divergencias del nivel ideológico pierden importancia ante la demanda de las soluciones.

Asesorarse con los técnicos del Fondo Monetario Internacional es lo mismo que ir al almacén con el manual del comprador, escrito por el almacenero.

Ese es el gran problema argentino: el de la Inteligencia que no quiere entender que son las condiciones locales las que deben determinar el pensamiento político y económico.

En economía no hay nada misterioso ni inaccesible al entendimiento del hombre de la calle. Si hay un misterio, reside él en el oculto propósito que puede perseguir el economista y que no es otro que la disimulación del interés concreto a que se sirve.

Los propietarios de los bancos privados no son los depositantes, sino un grupo de financieros que controla el capital accionario, recoge los ahorros de los depositantes y lo dirige hacia los fines que interesan a ese grupo financiero.

Mientras los totalitarios reprimen toda información y toda manifestación de la conciencia popular, los cabecillas de la plutocracia impiden, por el manejo organizado de los medios de formación de las ideas, que los pueblos tengan conciencia de sus propios problemas y los resuelvan en función de sus verdaderos intereses.

Esos periódicos tan celosos de la censura oficial se autocensuran cuando se trata del avisador; el columnista no debe chocar con la administración. Las doctrinas, los hechos, los hombres, se discriminan en función del aviso; así hay tabúes tácitos y se sabe qué no se debe mencionar, que camino no hay que aconsejar, que cosas son inconvenientes.

Mientras en los países totalitarios el pueblo es un esclavo sin voz ni voto, en los "democráticos" es un paralítico con la ilusión de la libertad al que las pandillas financieras usurpan la voluntad hablando de sus mandatos.


DOCUMENTAL
Por último, les dejo un video sobre don Arturo, "La Ceniza y la Brasa: Arturo Jauretche".
Espero que les guste y con esto me despido.

Video 1


Video 2


Video 3


Video 4


Video 5


Video 6


Video 7


Video 8

viernes, 18 de noviembre de 2011

El problema de la izquierda

Bueno, no sé si es EL problema de la izquierda, tampoco sé si comprende a TODA la izquierda. Pero algo que siempre me llamó la atención es como la izquierda (en su sentido más general) corría y corre a este gobierno con determinadas cosas.
La más reciente es la quita de subsidios, pero puede ser cualquier otra cosa que aparezca sobre el horizonte en cualquier otro momento.
El famoso "correr al gobierno por izquierda".
La izquierda sabe de eso y sabe mucho. Casi diría que es parte de su ADN, correr al gobierno (cualquier gobierno) justamente por izquierda.

Y si, asi son. ¿Pero saben por qué creo yo que son asi?

Porque jamás en su reputisima vida fueron gobierno.

Perdonen que sea tan animal en mis apreciaciones, pero es lo que creo.
Dicen lo que dicen y acusan con tanta facilidad a todos porque nunca gobernaron la Argentina.
No tuvieron que meter las manos en el barro, que es algo que no podés eludir cuando gobernás. Y repito: no podes eludir meter las manos en el barro cuando ejercés el poder. Es un acto ineludible por el simple hecho de que ser gobierno no significa ser el rey del universo (lejos de eso, de hecho). Hay que lidiar con y entre poderes en pugna constantemente, hay que interactuar con actores que te guste o no ahí están y no los podés borrar, y tenés que jugar con las cartas que tenés en la medida de lo posible siempre para el bien de la mayoría. Pero no podés evitar meter las manos en el barro. Es simplemente imposible. Siempre salís manchado. Siempre, no hay excepciones.

Pero claro, como ellos nunca en la vida estuvieron en ningún ejecutivo de NADA, creen que es verdad la utopía de que la cosa es limpia, pulcra, perfecta, sin errores.
Porque obvio, ellos tienen las ideas más acertadas y revolucionarias, y se basan en máximas que son francamente inalcanzables a niveles prácticos de hoy y ahora.
Y por supuesto tienen tiempo de hablarte de Marx, o Trotsky, o Palacios (creo que a Ghioldi lo saltearían, pero uno nunca sabe) y se les infla el pecho al hablar de ellos, y casi parece que te los tiran por la cabeza de tan vehementes que se ponen cuando te hablan de esos capos.
Y también te tiran a Perón por la cabeza pero en este caso con intenciones menos nobles, porque resulta que El Pocho lo único que hizo fue jugar para los intereses extranjeros y ser un dictador y un milico derechista.
Tienen tanta inteligencia a cuestas, tanta. No como la gente corriente, esa que tuvo por primera vez en su vida casa y salario digno y vacaciones pagas y derecho al voto si era mujer y comida y libros y lujos por culpa de Perón. Esos no saben lo que es el capitalismo, lo que es la lucha de clases, lo que es filosofar sobre los grandes pensadores de otros siglos. Qué van a saber.

Y ellos -la izquierda- son limpios, pulcros, intachables.
Como lo sería cualquiera que dice "yo este avión lo manejaría de diez" sin haber nunca manejado ese avión.
No saben lo que es porque nunca lo hicieron.

Y porque nunca lo hicieron es que tampoco saben un pequeño secreto:
Si ellos fueran gobierno... no serían tan pulcros, ni tan intachables, ni tan perfectos como ellos dicen y creen ser.
Por más que ellos piensen que sí.
Hacen la contra tan fácil porque nunca les quemó el fierro caliente en sus manos. Porque déjenme que les diga, mis queridos zurdos, que si tuvieran ese fierro un segundo en sus manos... para empezar quisiera creer que no lo largarían. Y para seguir, quisiera saber si podrían ocultar tan livianamente las quemaduras que -sépanlo- les quedarían.
Porque no existe la pulcritud en la política cuando se meten las manos en el barro.
Porque ustedes no se vieron obligados a meterlas nunca, por el sencillo motivo de que nunca fueron gobierno.

Desde ese lado, desde el lugar de declamadores de lo justo y prometedores de lo perfecto, se hace muy fácil decir lo que hay que hacer. Cuando eso que hay que hacer no cae sobre las espaldas de uno para llevarlo a cabo.
Así, desde ese lugar, déjenme que les diga, somos todos revolucionarios.