jueves, 22 de noviembre de 2012

Impuesto a las ganancias

Mucho se ha hablado (y se habla) respecto del impuesto a las ganancias. Hay quienes dicen que "el salario no es ganancia" y, concluyen categóricamente en que "no se puede poner un impuesto al salario".
No me digas
¿Posta que pensás eso?
Bueno.

Vayamos a la base del asunto
Hipoteticemos
El CEO de una compañía cualquiera gana arriba de $50.000. Y digo 50 lucas porque soy extremadamente generoso.
¿Vos decís que está mal que a una persona que gana 50 mil pesos al mes se le descuente un aproximado del 15% para obras del Estado?
¿Vos pensás que no está bien que se le quite ese porcentaje de su sueldo, y que ese porcentaje vaya para educación, obras públicas, salud, jubilaciones, obras que nos benefician a todos?
No creo que pienses eso. Supongo que serás una persona con dos dedos de frente y con un poco de conciencia social, así que no creo que pienses eso.
Así que digamos que -hasta acá- tenemos un acuerdo. Digamos, no más.

Vayamos al meollo del asunto
El llamado "impuesto a las ganancias" es un impuesto que corre en prácticamente todo el mundo.
Hay quienes dicen que este es el impuesto más progresista que tiene el gobierno "K".
No sé en lo de "más progresista", pero en el impuesto estoy de acuerdo.
Sacarle a quien más tiene para dárselo a quien menos posee, es una de las cuestiones más justas y más viejas de las que se tenga memoria. Sólo basta con recordar al viejo y querido Robin Hood. Sí, ese que le robaba a los ricos para darle a los pobres, ese Robin Hood.
El espíritu de este impuesto es el mismo. Quienes tienen la suerte de tener más, ayudan a los más castigados, esa es la idea.
Después de todo, los que más guita tienen suelen ser lo más católicos, y ya saben, amigos... el buen cristiano es el que se preocupa por su prójimo, por aquel más desafortunado, ¿no?
Sea como sea y profeses la religión que profeses, o no profeses ninguna, la idea del impuesto a las ganancias es que los más afortunados le tiren una soga a los que menos lo son.

Vayamos, por último, a las aclaraciones del asunto
Ya sé, ya sé. Mis oídos retumban con los gritos de la izquierda extrema, no toda sino esa que se va muy a la izquierda, para el carajo de la izquierda, y oigo a esa pequeña porción decirme que soy un idiota o un hijo de puta (lo más leve). También los oigo decir que soy un gil funcional a la derecha, que soy de derecha y no sé cuántas cosas más. Todas incluyen la palabra "derecha" y concluyen en que soy de derecha, sépanlo.
(Estos muchachos no saben que soy Peronista, y que por ende escapo a cualquier apreciación que ellos puedan hacer, pero bueno)
A todas esas vocecitas locas que me gritan al oído les digo:
Discutir el PISO a partir del cual se debe pagar ganancias es una cosa.
Estar en contra del impuesto en sí, es otra.
El primero es contractual, y se puede charlar. El segundo es conceptual y no, no se discute.
Y -sabelo- si estás en contra del segundo, no sos tan de "izquierda" como pensás.
Aunque te afilies al MST y pintes la bandera para el próximo acto. Yo también me puedo afiliar a River mañana, pero a pesar de lo que mi carnet diga soy de Boca, porque siempre aliento a ese equipo.

En síntesis
, hay que subir el mínimo no imponible.
No, no hay que eliminar el impuesto a las ganancias.
Que el que tiene más pague más. Para que el que menos tiene, reciba más.
Así es la sociedad que yo quiero. Una en la que las cosas más básicas estén garantizadas para todos.
No importa si naciste en un barrio clasemediero o en una villa, sabé que vas a poder ir a la escuela, y que vas a tener una netbook, como esa amiguita cuyos padres le pudieron comprar una. Sabé que vas a poder ir a la universidad. Sabé que vas a poder vacunarte, comer, pagar menos por la luz, pagar menos por el bondi o tren que tomás, que vas a vivir en una casa de material y que va a ser tuya, que un médico te va a revisar para que vos estés bien.
Y todo eso porque los que más tienen, más pagan.
Para vos.
Y para todos nosotros

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Respeto, respeto...

Hay gente que tiene una frase en la punta de la lengua para usarla cada vez que escucha algo que va por diferente camino a lo que ellos piensan, y creen que con esa frase hacen retroceder al otro.
"Es lo que yo opino... respetámelo".
Qué cosa ese tema del "respeto", ¿eh? A veces funciona como toda una armadura infalible para protegerte de lo que no querés escuchar del otro.
Qué quieren que les diga... yo no respeto los dichos de todo el mundo. Tampoco respeto a algunas personas.
¿La razón?
Es simple: creo que hay "opiniones" que no merecen mi respeto.
respeto el derecho que cada uno tiene de opinar, nunca te voy a decir "no expreses tal o cual cosa", pero ¿la opinión en sí? No siempre, no necesariamente.
Si un tipo me dice "qué lindo es acostarse con pibitos de 5 años", no esperes que mi respuesta sea "bueno, yo no lo comparto, pero te lo respeto".
O si una persona me larga "la verdad que los milicos del '76 hicieron bien; estuvo bárbaro que secuestraran, torturaran y mataran a 30.000", tampoco esperes que le diga "epa compadre, creo que se fue un poquito a la mierda, pero no se haga problema, es lo que usted piensa y yo se lo respeto".
Si otra persona comienza una idea con "estamos en una dictadura...", lo más probable es que le haga saber de inmediato que es un salame (como mínimo). Porque eso ni siquiera es una opinión, es una falacia, simple y llana. Opinión no es lo mismo que hecho, y el hecho es que desde el '83 no vivimos en dictadura. No puedo respetar -y así convalidar- semejante animalada.

Lo más loco de todo esto es que he visto muchas veces que los que más piden que se respeten sus ideas, son aquellos que no predican con el ejemplo, precisamente.
Primero que nada: capaz ese al que le decís tan ofendido "respetame", considera que lo que dijiste no es digno de su respeto. (Y no te vas a morir porque otro no te respete una idea, no seamos llorones tampoco).
Y segundo: ¿y Boston? ¿Por casa cómo andamos? Porque -repito- varios de los que vi exigiendo respeto, a la mínima disidencia... faltan el respeto. No pidas algo que vos mismo no brindás, esto es.

Así que no, no respeto todo ni a todos. Y, déjenme que les diga, ustedes tampoco. Cada cual tendrá un cierto rango de lo que está dispuesto o no a aceptar y respetar, su propio margen de tolerancia, y dentro de esos márgenes respetará tal o cual cosa. Algunos poseen un margen más amplio, otros tienen la soga más corta. Pero lo cierto es que cuando se cruza el límite, el respeto de cualquiera se va a los caños.

¡OJO AL PIOJO!
Esto no es una oda a la falta de respeto, ni quiero decir que yo soy un irrespetuoso compulsivo, ni aliento las faltas de respeto al por mayor.
Para nada.
Creo que está bueno ampliar el espectro, abrirse a nuevas ideas, predisponerse de la mejor manera a la hora de hablar con un tercero.
Pero -como dije antes- siempre hay un límite, límite personal que cada uno sabrá cual es, y que cuando se traspasa, ya no se puede pretender respeto.
Eso es lo que me pasa a mí. Y si no estás de acuerdo, te digo:
¡Ey! Es lo que pienso, respetámelo ;)
No, mentira. Respetame si creés que me lo merezco, si no te insulté gratuitamente, si para vos no te dije una animalada (que no es lo mismo que sólo decirte algo contrario a tu pensamiento). Yo haré lo mismo.
Y quedate tranquilo que no soy de esos que tan frecuentemente exigen respeto mientras escupen "a esos negros planeros hay que matarlos a todos". Creo ser mucho menos cabeza de tacho que esos pedidores compulsivos de respeto que no merecen menos que un "andate a la puta que te parió".
Así, bien irrespetuoso.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Consideraciones del día después del #8N

Ahora que el #8N ya pasó, y que se vio todo lo que se podía ver, me gustaría hacer algunas consideraciones al respecto.
[Antes de comenzar con la nota en sí quiero hacer un pequeño mea culpa: esa noche me saqué un poco en algún que otro sitio y medio como que entré a repartir ostias. Sepan entender, amigos. Uno no es de fierro y muchísimo menos perfecto, y, pese a que desde que se supo de la marcha no dije en lugar alguno ni una palabra ofensiva al respecto, esa noche se me soltó la cadena. Cosas que pasan].

Bien, zanjado este asunto, vamos a lo nuestro.


¿Cuál fue el "por qué" del cacerolazo?
Claramente fue una marcha en contra del gobierno; lo cual no responde a la pregunta en sí, pero nos pone un poco en tema.
Es que es difícil decir la intención precisa, porque algunos reclamos eran tan disímiles como "inmezclables". Estaban quienes exigían lisa y llanamente la renuncia de la presidenta, siendo estos los más agresivos a la hora de expresarse: yegua, chorra, hija de puta, muerte a los K y a Moreno y demás epítetos antidemocráticos. Estaban quienes pedían un cambio de rumbo en las políticas de gobierno, no estando conformes con las mismas. Estaban quienes iban por algo puntual, como su imposibilidad de comprar dólares o el reclamo por más seguridad. Y estaban también quienes no pudieron expresar claramente por qué fueron: sólo balbuceaban frases un tanto incoherentes que ni siquiera sabían cómo aclarar.
Pero había un hilo conductor, como dije al principio de este punto: todos, tuvieran la razón que tuvieran, estaban en contra del Gobierno Nacional.

Fajame que me gusta
Irremontable, injustificable, cobarde, repudiable. Todo eso y más fueron las agresiones que sufrieron no un periodista sino varios por parte de algunos manifestantes.
Al equipo de Duro De Domar le pegaron de lo lindo: al productor le dieron una senda piña de atrás, el camarógrafo corrió igual suerte y además le tiraron gas pimienta en los ojos, y de hecho todo el equipo tuvo que salir corriendo del lugar para refugiarse en un kiosco, que debió cerrar la cortina metálica para evitar más golpes.
A un periodista de Telefé le dieron una piña en la mano, que arrojó el micrófono por los aires.
Al notero de C5N, el impresentable de Nicolás Ayuso le dio terrible trompada por la espalda, tan violentamente que lo tiró al suelo.
Buena manera de promocionar una marcha pacífica de gente a la que no le gusta "el patoterismo de los K". Se pasaron con eso de dar el ejemplo, muchachos, realmente.

¿Todos los concurrentes al #8N eran iguales?
Es cierto que las generalizaciones suelen ser odiosas. Pero también es cierto que es imposible analizar una marcha individualmente, y, a menos que estemos hablando de un número muy reducido de cosas, factores o personas, la generalización es inevitable.
En este sentido, creo que todos los que fueron al cacerolazo son -cuanto menos- similares. Todos quieren que se rectifique el rumbo de la política nacional, ya sea Cristina dando marcha atrás en varias o todas las medidas que se han llevado a cabo, o cristalizando el deseo golpista de que el gobierno se vaya, dando marcha atrás en todas las medidas que se han llevado a cabo.

Y es este punto el que me lleva a otro (el final):

¿Debería el gobierno modificar sus políticas?
No voy a empezar dando mi apreciación personal. En cambio, te propongo un ejercicio de lógica:
Tenemos una porción de la población que quiere que el gobierno haga algo distinto a lo que esta haciendo y, para lograr eso, eso organiza una marcha.
Por un minuto, no pienses que esa movilización fue fogoneada por un grupo oligopólico y por basuras como Cecilia Pando y Biondini, olvidate por un rato de eso. Digamos que el cacerolazo fue espontáneo y no manijeado.
Decía: una cantidad importante de gente se congregó en el Obelisco para hacer oír su voz, para que el gobierno cambie sus políticas.
¿Atendible? Sí me preguntás a mí te digo: sí, por supuesto. Toda voz es atendible, todo reclamo es escuchable. Cristina gobierna para los 40.000.000 de argentinos, no sólo para quienes la votaron.
Ahora consideremos otra cosa: para marcar el rumbo del país (que es uno; no dos ni tres ni cinco ni cien, sino uno) es que hay elecciones cada 4 años para elegir al Poder Ejecutivo. Hace un año, el pueblo eligió un rumbo, lo eligió con el 54% de los votos.
Si la Presidenta lleva a cabo los reclamos de la gente que se manifestó el #8N... ¿no estaría desoyendo, contradiciendo, traicionando a esa mayoría del 54% que en el 2011 le dijo "vaya por este rumbo y no por otro, Presidenta"?
¿No estaría traicionando el famoso y tan respetado voto popular si cambiara sus políticas?
Las minorías deben ser escuchadas, por supuesto que sí. Pero las mayorías también, y con más énfasis, ya que por algo son la mayoría.
Está muy bien que el disidente exija respeto, pero ese disidente debe respetar también.
Y entender.
Entender que la mayoría del pueblo -del cual forma parte- eligió una manera de hacer política hace un año, tan sólo un año. Su pueblo, su propio pueblo, eligió un rumbo, por mayoría abrumadora (no tengo que recordarle a nadie que Cristina le sacó 40% de diferencia al segundo). No está en el cacerolero del #8N el pretender ser una voz más potente que el 54% de la población.
Hacer eso es cagarse en las mayorías, en el voto de su propio pueblo, en la decisión de más de la mitad de la Argentina. Pretender que algo cambie sólo porque vos lo querés, sin reparar en todos los que no quieren que eso cambie... eso es profundamente antidemocrático.

Podés protestar, cómo no, tenés derecho. Podés decir lo que sea que no te parece bien. Podés marchar, cacerolear, putear, gritar.
Lo que no deberías hacer es creer que tu voz es la única que debe ser escuchada, respetada y/o llevada a cabo. Hay una mayoría que convalida todo eso por lo que vos protestás, y cree que de hecho, tan mal no están hechas las cosas.
Yo soy capaz de respetar tu voz.
¿Vos sos capaz de respetar la mía?

jueves, 8 de noviembre de 2012

#8N ¿y entonces?

Tengo una especie de déjà vu, amigos y amigas. Me remonto al #13S y veo lo mismo. O por lo menos parecido.
Veo gente con pancartas que dicen por ejemplo "Muerte a los K y a Moreno" y recuerdo el cantito "andá con Néstor, la puta que te parió" de hace dos meses.
Veo a Cecilia Pando, como hace unos meses.
Veo gente enojada pero sin rumbo, sin razones (a mi parecer), sin timón y -lo que es peor- sin timonel, como desde hace años. Derecha desorientada y sin líder, eso veo.
Veo protestas por "la inseguridad" (reclamo genérico y eterno si los hay; como protestar por "la injusticia"), porque el gobierno "mantiene vagos", por "la diktadura", por los dólares, porque "la yegua es una comunista"...
[Parate ahí: no entendieron nada, viejo. El Peronismo no es comunista, ni el más de izquierda que te puedas encontrar].
Veo -y esto es lo más loco- gente reclamando "libertad" y protestando porque no la hay.
¿Esto se supone que es un chiste? Junto con lo de "diktadura", esto es lo más espeluznante: ¿de verdad creen que de haber una real dictadura, de no haber libertad, alguien se podría manifestar? ¿De qué estamos hablando? ¿Estamos todos locos? Decir una cosa así -siendo capaz de decirlo- es un oximoron tan grande como decir que al mudo no le permiten gritar o hablar de la fuga a pie del paralítico.
Decir a viva voz que no podés decir algo es -repito- un oximoron. Oximoron: frase que alberga en sí misma una contradicción evidente.

Ustedes perdonen, caceroleros queridos, pero no veo otra cosa más que odio en su manifestación. El mismo odio que vi el #13S. Y, si me apuran y me pongo histórico y poeta, el mismo que se vio en 1952.
Hay una gran diferencia entre estar enojado y reclamar a destilar odio. No soy tan boludo, sé la diferencia entre el uno y el otro.
En la década del '90 había enojo y reclamo porque millones perdían su trabajo, cerraban sus fábricas, sus comercios, los ramales ferroviarios, se regalaba el patrimonio estatal en forma de empresas, se creaban las AFJP, se pasaba la Ley Federal de Educación (nefasta ley de des-educación), se indultaba a los genocidas y tantas cosas más. Pero no había odio por el odio mismo. Al contrario, había amor. Amor a la defensa de lo estatal, a los derechos laborales, a la dignidad del cuidadano que se esfumaba cuando perdía su trabajo, su comercio, su jubilación.
En los primeros años del siglo XXI había enojo y reclamo porque millones seguían perdiendo su trabajo, seguían cerrando sus fábricas y sus comercios, se aprobaba la Ley de Flexibilización laboral, se recortaba 13% de los sueldos y jubilaciones, se llegaba al 25% de desocupación y al 54% de pobreza. Pero -de vuelta- no había odio por el odio mismo. Había indignación porque una cuarta parte del país no tenía laburo, porque más de la mitad de la Argentina era pobre, porque era moneda corriente ver personas revolviendo la basura del McDonalds TODAS las noches.

Lo que veo ahora es diferente. Lo que veo ahora es odio, puro y llano. Ese odio tan característico que sólo tiene la derecha más conservadora de la Argentina. Esa misma derecha que, cuando fue poder, dejó a los que menos tienen con menos todavía, y se las ingenió para que los que tenían algo terminaran no teniendo nada. Esa misma derecha.

¿Y entonces?
¿Qué pasa después del #8N?
Yo te digo lo que pasa:
Viene el 9N. Y después de eso, el 10N, y el 11N, 12N, 13N, 14N... y así, hasta que tengamos que cambiar de letra porque tenemos que cambiar de mes.
Y Cristina sigue siendo la jefa, y vos y yo vamos a trabajar, y Cristina inaugura otra obra más, y TN sigue dando matraca, y Graduados le sigue ganando a Tinelli, y llueve y baja la temperatura, para después dejar de llover y abrir paso al calor agobiante una vez más, y el 55% sigue adelante, así como el otro 45%, porque 55+45=100.
Después del "8N", todos seguimos. Estés de acuerdo con el gobierno o no, hayas ido a protestar o no.
Pero una cosa sí es segura: habremos ganado un poquito más en cuanto a democracia. Sabremos que quienes están en contra pueden expresarse en libertad, para protestar, para decir por qué están en contra, incluso para insultar y desear la muerte de la primera mandataria del país.
Porque de eso se trata la democracia: de ser cada día más libres, sin perjudicar por eso al conjunto de la población, al bien común.

Entonces: caceroleen tranquilos, marchen, deseen la muerte, recen por un golpe de estado.
Yo sonrío, por la libertad que tienen ustedes, por la que tengo yo y por la que tenemos todos hoy.
Y también sonrío porque sé que mi pueblo sigue sabiendo que este gobierno -con sus errores y aciertos- es lo mejor que le pudo pasar a la Argentina.

jueves, 1 de noviembre de 2012

El rechazo al cambio (a propósito del voto de los pibes)

Los tiempos cambian. Con él, cambian las sociedades y sus culturas, hábitos, costumbres y moral. La historia está en constante movimiento. No es algo fijo e inamovible, y la sociedad tampoco.
Es así que cambian muchas cuestiones conforme pasa el tiempo: lo que ayer era inadmisible, hoy nos parece más que obvio, y al revés: cosas que ayer se nos aparecían como lógicas, hoy nos indignarían si siguiesen ocurriendo.
Pero como siempre pasa, hay sectores dentro de esa misma sociedad que no aceptan el cambio, aquello nuevo que llega, y rechazan de plano cualquier evolución que se asome en el horizonte.
Por lo general, a esas personas, la realidad tiende a rodearlas y seguir su camino sin detenerse.
Porque como dije antes, la historia no es algo fijo e inamovible. Tampoco lo son las sociedades.
Ni las leyes.
Ni siquiera la propia Constitución.
Y está bien que así sea. No es sano, ni sabio, ni conveniente seguir rigiéndose por algunas leyes de hace 100 años, porque hace 100 años, la sociedad era otra.
Imaginate esto:

Hasta 1912, no existió el voto universal, obligatorio y secreto. Los pocos que podían votar, lo tenían que hacer a viva voz, con los problemas que esto les pudiera acarrear.
Antes de 1951, las mujeres no pudieron votar nunca. El sufragio estaba permitido sólo para los hombres.
Hasta el año 1987, los matrimonios no se podían divorciar. Una vez que te casabas, te quedabas en ese estado in eternum, a menos que tu cónyuge falleciera, en cuyo caso, pasabas a viudo/a. "Hasta que la muerte los separe" llevado a su máxima expresión, esto es.

Seguro que todo esto te parece descabellado. Por supuesto que lo es, y como en un momento nos dimos cuenta, lo cambiamos. Pero en el 1900 (ponele), era lo más común que pocos pudieran votar. Y en 1940, parecía obvio que las mujeres no podían tener derecho al sufragio. Y en 1970, a nadie se le pasaba por la cabeza que alguien pudiera disolver su matrimonio.

Hasta el 2010, las parejas del mismo sexo no se podían casar.
Este cambio lo dejé "separado" porque se dio hace poco y aún falta que pase un tiempo para que la generalidad lo tome como algo normal (pero ya va a llegar ese momento, hay que darle un rato más).

Ahora, hace un día nomás, se vino una nueva ley.
La Ley de voto optativo a partir de los 16 años y hasta los 18. Para que los pibes puedan decidir si quieren o no votar a sus representantes.
Y, como no podía ser de otra manera, hay gente que rechaza esta ley, aunque en esta oportunidad, por suerte, son muy pocos.
Y -también- como no puede ser de otra manera, los hijos y nietos de estas personas que hoy se indignan por motivos a cuál más cuadrado e incomprensible, van a considerar el voto joven como algo normal, común.
Como hoy se considera el voto universal.
Como hoy, esos mismos que se oponen al voto de los pibes, saben que es ridículo pensar que una pareja no se puede divorciar.
Así, igualito.

Celebro el voto optativo a partir de los 16 años. No es algo malo incorporar más derechos.
Lamento la mente cerrada de esos pocos. Esos, que se le reirían en la cara a una persona del pasado que les diga "las mujeres no pueden votar, ¿a quién se le ocurrió eso? ¡No están capacitadas!" pero a su vez, y sin embargo, hoy creen que un pibe de 16 años no está "capacitado" para elegir si quiere o no elegir a sus representantes.