Sin embargo, hay algo que el periodismo no había hecho nunca hasta hace un corto tiempo; o por lo menos no tan visiblemente.
Ese algo es "joder en rancho propio".
Esto es: los periodistas, a lo largo de la historia, siempre dijeron lo que sea de quien sea (hasta llegar al punto de inventar cosas y cuestiones), y de hecho algunos acostumbraron -y aún hoy acostumbran- hacerlo. Pero si hay algo que los trabajadores de prensa no acostumbraban hacer, es apuntar dardos contra un colega. Inclusive hay una máxima entre los periodistas que reza: "no se hace periodismo de periodistas".
Esta es una actitud corporativa y bastante deleznable, a mi criterio. O sea... vamos, el mero hecho de ejercer la misma profesión que otro no quiere decir que ese otro sea honesto o digno de respeto per se.
Era en parte por ese prurito de no decir ni pío sobre un colega, que nadie nunca dudaba de "la palabra del periodismo". Claro, Orestes Menganito podía saber que lo que dice Cosme Fulanito es sarasa, pero Orestes no lo iba a decir en una nota, porque Cosme "es periodista". Como no se pisaban el poncho entre ellos, nadie se enteraba cuando un trabajador de medios estaba diciendo una mentira, o actuando con malicia. Porque no había otro periodista que saliera a desmentirlo o dejarlo en evidencia.
Pero hoy por hoy, la cosa parece estar cambiando.
Gracias a Dios (o a quien sea) que está sucediendo.
¿Por qué debería un periodista honesto y laburador refrendar cualquier mentira, cualquier infamia dicha por alguien, colega o no? ¿Quién dijo que no se hace "periodismo de periodistas"? ¿Son acaso los periodistas jueces y parte, reveladores de la verdad absoluta, seres incuestionables?
No, no lo son. Son personas como cualquiera. Y como cualquiera, también son susceptibles de ser deshonestos, corruputos y/o vendehumo. De la misma manera que pueden ser laburantes nobles, limpios e intachables.
No son santos. No son incuestionables. No son puros y castos. Son personas con una profesión tan digna como cualquier otra, que pueden -o no- ser dignos de respeto en su profesión.
Personas que pueden mentir. Y operar. Y ocultar. Y llevar agua para su molino.
Repito: como cualquier otra.
Por eso, me parece bien que se esté desmitificando eso de que el periodismo siempre te dice la verdad.
Porque el periodismo no siempre dice la verdad.
Respeto profundamente la labor periodística. Así como respeto profundamente a la docencia, la ingeniería, la arquitectura, las artes visuales, la música y cualquier otra profesión.
No respeto a determinadas personas, que da la casualidad, ejercen el oficio de periodistas.
A otros sí, y mucho.
Celebro la caída de ese halo santificador, que finalmente parece decir que "determinada profesión" es mejor que otra.
No existe tal cosa.
Todas las ocupaciones son nobles en sí.
Lo que no lo es, es ciertas personas que, más que ejercer, bastardean una profesión en particular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario